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14. QUIERO FINGIR QUE NO ES VERDAD, PERO SÉ QUE SÍ LO FUE…

QuieroFingirQueNoEsVerdad

A veces, muchas veces, pienso en algún paciente que “perdí”, en alguien en el que no pude conectar o en alguien con el que me equivoqué. Hace diez años, esas pérdidas me dolían por puro narcisismo, puro ego de lo que podría haber incrementado mi club de “amigos” o “simpatizantes.  Ahora ya no es así.

Escribí allá por el año 2012, parafraseando un poco al Profesor Claudio Naranjo, hoy ya fallecido: “Quiero cambiar  yo también como terapeuta para renovar  no sólo la esencia del tipo de terapia que hago, sino porque de este modo, también cambio mis relaciones con mi entorno, con la gente que me quiere y no «paga» por escucharme”.

Yo también necesito resetear mi mundo, pues no soy “el de la bata”. Alguien que ama, odia, tiene miedo, acierta y se equivoca está detrás de esa “bata” y , en verdad,  para que se produzca ese tipo de movimiento, es necesario cada ocho o diez años, dependiendo cada uno de su ciclo vital, arriesgarse a “dejar de pensar” para “sentir”; aunque sea el dolor, el oprobio o el sabor del fracaso. De lo contrario, no tendría mérito ese arriesgarse.

A nadie le gusta entrar en el cuarto oscuro de su vida, donde como cuando niños, creíamos que había un monstruo y os voy a decir una cosa: Precisamente porque no tuvimos a nadie que nos cogiese de la mano y encendiese la luz de ese cuarto oscuro y nos dijese en voz alta… ¡ves, no pasa nada, no hay ningún monstruo!…. es por lo que tenemos todo el derecho del mundo a tener una segunda oportunidad y atrevernos a entrar en ese cuarto oscuro, aun cuando ya seamos mayores, aun cuando ya seamos exitosos, aun cuando ya seamos padres, aun cuando seamos famosos, o líderes, o pensemos que venimos de vuelta… 

“No quiero marcharme de este mundo”, escribía en aquel entonces, “con la sensación de saber que sano a miedosos, pero que soy un miedoso incapaz de entrar en mi propio cuarto oscuro”

Así que, amable y desconocido lector/lectora: no te arrepientas de nada ni te niegues a ti mism@. Tienes todo el derecho a saber a qué “sabe” ese dolor del que la gente huye, aunque parezca que es complicarse la vida, porque eso es la esencia de la maestría.  Dicho en forma de Axioma. Quien se atreva a enseñar, que no se atreva a dejar de aprender…..”

¿Cuáles son las tres palabras que más daño hacen a tu Alma? Sí, se lo saben de habérmelas leído a mi. Son estas: “TE-LO-DIJE”. No podemos pedir perdón por el éxito que alcanzamos, como tampoco debemos de huir permanente del fracaso potencial. Otro Axioma: “Sólo rompe platos el que friega platos, sólo gana quien arriesga”.

Yo también, como médico, tengo todo el derecho a querer saber el impacto que tuvieron en mí determinados acontecimientos de mi vida. Y averiguar el porqué conecto más con un perfil de paciente  y con otros, sin embargo, casi «rechazo» o no doy ni un acierto en el clavo.

Tampoco hay que olvidar que las personas de nuestro entorno: padres, hermanos, cuñados, profesores, jefes, etc…  padecen también la misma enfermedad que nosotros (y para más inri, ni lo saben ni quieren saberlo) y es por esa razón que en algún momento existe el riesgo, el  riesgo potencial, de que nuestra luz, esa hermosa luz,  no es que nos la apaguen, sino que, peor aún, la apagamos nosotros y declaramos no querer volver a encenderla más. Quizás fue la muerte de una hermana, o una tremenda decepción, o el miedo al escarnio público, o al ridículo, o la indefensión de no tener más recursos para lograr el ansiado éxito o la deseada felicidad. El catálogo de las causas  es amplio. Pero la consecuencia, el momento después, es un momento terrible existencialmente hablando. 

Mi primer maestro me decía al respecto:  “La persona que pudiendo dar, no quiere dar; pudiendo amar, no ama; pudiendo ayudar, no ayuda; pudiendo perdonar, no perdona o pudiendo iluminar, no enciende su luz, por la causa o justificación que sea”, decía él, “mejor que no hubiera nacido”. Siempre me pareció una frase durísima, pero siempre supe que, aunque fingía que no era verdad, sabía que sí lo era….